Déjame entrar: sangre, amor y nieve

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Si tuviéramos que definir Déjame entrar podríamos decantarnos por el drama, pero también es una historia de amor, de terror, de amistad, sangre, infancia y de puentes tendidos entre mundos diferentes. El director Tomas Alfredson nos sorprendía en 2008 con esta cinta estrenada en el festival de Sitges que ya se ha convertido en una obra imprescindible para los amantes del buen cine, y que está basada en el libro homónimo de John Ajvide Lindqvist. Si no la habéis visto ya, Déjame entrar es una genial apuesta para una fría tarde de invierno que nos teletransporta a los gélidos bosques de Suecia. 

Sinopsis de ‘Déjame entrar’

Oskar, un niño particular, tiende a ensimismarse y no parece encajar en el colegio. Cuando la misteriosa Eli llega al vecindario le sorprenderá con su apariencia y sus extraños hábitos, coincidiendo con una serie de inexplicables muertes en la localidad. Pronto se hacen amigos y descubren que sus rarezas les unen de algún modo, y que juntos no se sienten tan inadaptados ni tan solos. Experimentan la necesidad de compartir más instantes, de arroparse mutuamente, para entender que el mundo puede ser un lugar acogedor cuando gracias a la compañía de una buena amistad deja de parecernos amenazante.

Tráiler de la película

Es destacable en esta película (una bellísima y singular apuesta que le aseguró a Alfredson reconocimiento internacional) la originalidad creativa, el talento de ambos intérpretes y la belleza del paisaje nórdico en que está ambientada, que sin restar crudeza a la trama nos sitúa en un universo infantil maravillosamente construido, y lleno de emotividad. Como si de un cuento se tratase asistimos a la ternura de la complicidad de los protagonistas, que a pesar de ser inseparables viven en mundos totalmente opuestos.

Conclusión

Aviso a navegantes: el ritmo de la película es lento. Muy lento. Sin embargo, la narración es totalmente efectiva y el resultado impresionante. Déjame entrar (no confundir con el remake estadounidense de 2010 dirigido por Matt Reeves) mezcla la sensibilidad con el gore y las vísceras, en paisajes remotos y helados y en líneas generales la definiría, sin duda, como una sorpresa que, al igual que los vampiros, no envejece, y que el espectador va a encontrar definitivamente sobresaliente.

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