
La pasión de Cristo, dirigida por Mel Gibson y estrenada en 2004, una película que en su momento fue controvertida por, entre otras cosas, su estilo hiperrealista y la brutalidad sin filtros con que retrata la tortura y vejación a las que fue sometido Jesús. Tal es el hiperrealismo por el que opta Gibson que incluye diálogos en arameo, hebreo y latín (con subtítulos) y muestra al protagonista (Jim Caviezel) verdaderamente agonizante y sufriente en un via crucis que podríamos casi calificar de gore.
Semana Santa es una fecha señalada para consumir cine, bien porque se nos juntan varios días festivos y aprovechamos para ponernos al día con todo lo que nos apetece, bien porque haya creyentes que quiera celebrar su fe a través del celuloide.
La industria nos ha presentado cantidades notables de producciones religiosas en lo que al catolicismo se refiere: Ben-Hur, Rey de Reyes, La pasión según san Mateo… Quizá podríamos considerar La última tentación de Cristo de Martin Scorsese como la apuesta más arriesgada antes de la que nos ocupa hoy; ya que lo común es contemplar al Mesías como redentor y ser semidivino mientras se obvia su dimensión humana.
Tráiler de La pasión de Cristo
El nacimiento y la vida de Jesucristo, como hemos dicho, han sido representados en miles de vertientes (artes, literatura, series; sin tener en cuenta todo tipo de cultos extendidos por el mundo) de las formas más variadas.
Sinopsis de La pasión de Cristo
La pasión de Cristo, película brutal donde las haya, rememora su último día de vida en la Tierra, su muerte y resurrección (si no conoces la Biblia, siento ser yo quien te haga tamaño spoiler). Subrayamos este detalle: no es una película sobre la vida de Jesús, de ahí el título. Sería recomendable leerse los pasajes previos al prendimiento para que la acción inicial no nos pille tan en frío. Por otro lado, reinterpretar un poco los Evangelios introduciendo elementos que no figuran en las Escrituras (el detalle de la serpiente que se aparece en Getsemaní o el bebé demoníaco cargado por una figura andrógina —que Gibson explicó como la aparición del diablo— mientras Jesús es flagelado) me parece, cuando menos, de agradecerle a un director que, sin ser brillante, acertó en su empeño de presentar a un Cristo despojado de misticismo, una figura a la que nos podemos acercar si somos capaces de sobreponernos a la violencia.
Aparte del sufrimiento humano retratado en la cinta, le reconocemos una excelente realización y dirección, aunque considero que no es ni mucho menos una película perfecta; pero sí lo suficientemente contundente como para posicionarse en el año de su estreno como una de las 10 películas que más taquilla hizo de todos los tiempos y llevarse más de 20 premios cinematográficos.
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